martes, 28 de agosto de 2012

Capítulo I. PATOLOGÍA GENERAL DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA


Capítulo I. PATOLOGÍA  GENERAL DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA
Santo Guerra (1995) se refiere al triple proceso evaluador en cualquiera de los niveles del desarrollo curricular: la evaluación diagnóstica, la evaluación procesual y la evaluación de término. Por patologías se entiende los desórdenes que afectan al proceso y que puede ser estudiado en sus signos, en sus síntomas y en su fisiopatología. El autor afirma  que la patología que afecta a la evaluación atañe a todas y cada una de sus vertientes: por qué se evalúa, quién evalúa, cómo se evalúa, a quién se evalúa, para quien se evalúa, con qué criterios se evalúa, etc. Es así como una patología lo es en cuanto hipertrofian un aspecto, que planteado en su justa medida sería positivo, para lo cual se cita el caso de valorar exclusivamente los conocimientos, sin tomar en cuenta su naturaleza, su adecuación, etc.
El autor reflexiona acerca de la evaluación desde varios aspectos, en  donde se dan diversas patologías debido a carencias y disfunciones:
1.       Solo se evalúa el alumno
2.       Se evalúan solamente los resultados
3.       Se evalúan sólo los conocimientos
4.       Sólo se evalúan los resultados directos, pretendidos
5.       Sólo se evalúan los efectos observables
6.       Se evalúa solamente la vertiente negativa
7.       Sólo se evalúa a las personas
8.       Se evalúa descontextualizadamente
9.       Se evalúa cuantitativamente
10.   Se utilizan instrumentos inadecuados
11.   Se evalúa de forma incoherente con el proceso de enseñanza aprendizaje
12.   Se evalúa competitivamente
13.   Se evalúa estereotipadamente
14.   No se evalúa éticamente
15.   Se evalúa para controlar
16.   Se evalúa para conservar
17.   Se evalúa unidireccionalmente
18.   No se evalúa desde fuera
19.   No se hace autoevaluación
20.   Se evalúa distemporalmente
21.   No se hace paraevaluación
22.   No se hace meta-evaluación

Capítulo II. LA EVALUACION: UN PROCESO DE DIÁLOGO, COMPRENSIÓN Y MEJORA
Santos Guerra (1995) señala a la evaluación  de programas educativos  en sus diferentes ámbitos, como una parte integrante de los proyectos  y no un complemento, y que más bien va a producir diálogo entre evaluadores y evaluados, comprensión y mejora de los programas al servicio de los usuarios, y que  debe tener las siguientes características:
·         Independiente y comprometida
·         Cualitativa y no meramente cuantificable
·         Práctica y no meramente especulativa
·         Democrática y no autocrática
·         Procesual y no meramente final
·         Participativa, no mecanicista
·         Colegiada, no individualista
·         Externa, de iniciativa interna

Así mismo, se refiere a los aspectos  que perjudican la evaluación, entre los que destaca:
·         Esperar que sus resultados sean elogiosos para los responsables del programa
·         Atribuir las informaciones  no gratas a la subjetividad del evaluador
·         Demandar juicios de valor que permitan saber a los destinatarios, lo que está bien o lo que
·         está mal
·         Exigir a los evaluadores las orientaciones para la mejora del programa
·         Poner los resultados al servicio de intereses
·         Utilizar la evaluación en el caso de grupos enfrentados

La evaluación como diálogo debe garantizar la libertad de opinión, el anonimato y en la seguridad de que la información va a ser tomada en cuenta y utilizada adecuadamente. Es importante la flexibilidad, la libertad y la actitud participativa para que se de un diálogo de calidad.

La evaluación como comprensión debe alcanzar el funcionamiento del programa en su contexto, racionalidad y sentido educativo. Está referida a diferentes aspectos del programa:
·         Pretensiones educativas
·         Necesidad
·         Destinatarios
·         Procesos que pone en marcha
·         Resultados durante el mismo programa
·         Resultados a largo plazo
·         Efectos secundarios
·         Rentabilidad de los costes
·         Rentabilidad social
·         Rentabilidad oferta demanda
·         Continuidad en el futuro
·         Contexto sincrónico y diacrónico

La comprensión tiene como finalidad de preguntarse por los procesos y los resultados de los programas. Exige la utilización de instrumentos variados y sensibles a la complejidad y diversidad de interrelaciones que se producen en la realidad educativa y se realiza a través de un lenguaje accesible para cualquier ciudadano interesado en la realidad que se evalúa

La evaluación como mejora, se refiere, de acuerdo con el planteamiento del autor, a una finalidad no sólo de los resultados, sino de la racionalidad y de la justicia de las prácticas educativas. La mejora consiste en la introducción de innovaciones, en la interrogante sobre la calidad, y en la participación de los destinatarios, a partir de la dinámica de la acción contextualizadora, que incluye una serie de expectativas, motivaciones, intereses, sentimientos, valores. Es así como la evaluación debe estar comprometida no sólo con la mejora del programa sino con la sociedad en general. Concluye, el autor, que en relación con la viabilidad de la educación, influye la falta de sensibilidad y convencimiento, la formación de los evaluadores, el costo de los procesos.

Comentario:
                              
De acuerdo con el autor, y a partir de la reflexión de estas lecturas se reconoce la importancia de la evaluación dentro del  desarrollo  curricular, en cualquiera de sus niveles, ya que guarda estrecha relación con el proceso de enseñanza aprendizaje. Razón por lo cual,  para la investigación educativa deben conocerse  muy bien los fines que persigue, la función que cumple y al servicio de quien se pone, y sobretodo  tener claro el proceso de evaluación como un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Lo anterior, en razón de las limitaciones y las manipulaciones  en que puede desembocar el proceso de evaluación, lo que exige una práctica evaluadora  de manera ética y democrática. 
En relación con las prácticas  educativas, es bien sabido que la tendencia  es hacia una evaluación por medición, de  control por parte del  docente y de una actitud pasiva por parte del alumno,  con resultados cuantificables, que no contribuyen al adecuado proceso formativo. Ante esto es importante reflexionar acerca de la manera de revalidar nuevas formas de enseñanza, en las que la evaluación contribuya a enriquecer el proceso de formación. ¿Debemos orientar la evaluación de la práctica educativa más hacia el estudiante y  menos hacia la sistematización del docente?
Al respecto, Stenhouse (1984)  insiste en que el docente debe ser un crítico y no un simple calificador, ya que las evaluaciones de tipo educativo  abordan el proceso educativo en términos de éxito o fracaso. Al respecto debemos preguntarnos: ¿Cuál es el tipo de docente que propician los modelos educativos en  nuestro medio?


             
Referencias

Santos Guerra, M. A. (1995). La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y mejora.
      Málaga, España: Ediciones Aljibe.
Stenhouse, L.  (1998). Investigación y desarrollo del currículum. Cuarta edición. Madrid: Ediciones Morata.

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